HPS

Antecedentes históricos

Poco antes de la caída del imperio de Maximiliano se había constituido en el Hospital de San Andrés un pequeño servicio de dieciséis camas destinadas al internamiento de niños enfermos, el médico encargado de ellos era Eduardo Liceaga. Más tarde, ya habiéndose hecho cargo el Ayuntamiento de la ciudad de México de los hospitales existentes en ella, se decidió que este servicio de niños enfermos se pasara a un local anexo a la Casa de Maternidad, la cual se convirtió así, en el Hospital de Maternidad e Infancia. Nuevamente Liceaga fue el alma del cambio pues logró que este Hospital de Niños, como él mismo lo llamaba, fuera una institución de primera calidad. Liceaga permaneció al frente de este Hospital hasta 1885. Años más tarde, cuando Liceaga se hizo cargo de la planeación del modernísimo Hospital General, no faltaron en su proyecto los pabellones para niños, que incluían salas separadas para las niñas y un pabellón aislado para quienes padecían enfermedades infecciosas. Las reformas hechas al Hospital Juárez incluyeron también una sala para niños; además existía la sala correspondiente en el Manicomio de la Castañeda.

La Escuela Nacional de Medicina incluyó, entre sus cátedras de perfeccionamiento a la Clínica Infantil, que aparece en los programas para el año lectivo de 1892. Los primeros profesores fueron Roque Macouzet, cirujano que se dedicó en gran medida a la atención de niños y posteriormente, en 1894, Carlos Tejeda. El reconocimiento por parte de la Academia Nacional de Medicina vino en 1906, con la implantación de un sillón para el representante de la especialidad.

La construcción, en 1922, del primer Centro de Higiene Infantil, el cual llevó el nombre de Eduardo Liceaga, entonces recién fallecido, marcó el inicio de la formación de un grupo de médicos que se preocuparon por las peculiaridades de las enfermedades de los niños. El impulsor de ello fue Isidro Espinoza de los Reyes, quien además reunió a obstetras y pediatras para instituir en 1928 la Sociedad Mexicana de Puericultura. Hacia 1930, buscando una mayor integración de los pediatras, Espinoza de los Reyes es nuevamente el motor de la fundación de otra sociedad, a saber, la Sociedad Mexicana de Pediatría.

Una institución fundamental para el desarrollo de la pediatría mexicana fue la Casa de Cuna. En 1927, el nuevo director del plantel, doctor Manuel Cárdenas de la Vega, intentó conformar un servicio de atención pediátrica formal, aunque en principio la población de niños que allí había era predominantemente sana. Cárdenas de la Vega logró que la sección de niños enfermos de la Casa de Cuna funcionara como un pabellón pediátrico de excepcional calidad.

Federico Gómez fue su continuador, logrando reafirmar esa estructura hospitalaria que más tarde se convertiría en el Hospital Infantil.

La actividad del doctor Mario Torroella, en relación con la conformación de la pediatría como especialidad, fue de importancia capital, pues logró en 1925 la introducción de esta materia en los programas de pregrado de la Escuela Nacional de Medicina.

También fueron importantes Alfonso G. Alarcón, quien individualizó el síndrome de la dispepsia transitoria del recién nacido; Hermilo Castañeda, gran conocedor de las características de la tuberculosis y la sífilis en la infancia;

Marín Ramos Contreras, especializado en París y poco a poco convertido en el primer neuropsiquiatra pediátrico en nuestro medio, Jorge Muñoz Turnbull, estudioso de las diarreas y de los principios de la alimentación infantil, Rigoberto Aguilar Pico, también formado en Francia, y quien fue el introductor de las sulfas en la terapéutica pediátrica, Jesús Álvarez de los Cobos, quien con Federico Gómez, inició la atención de los lactantes para después iniciar el cuidado de los niños prematuros.

El primer consultorio, y luego Hospital Dolores Sanz de Lavie, a cargo de Rigoberto Aguilar Pico y de Gabriel Araujo, cumplió desde su fundación, en 1935, una importante función en la conformación de la Pediatría mexicana. 

Aunque fue requerido desde 1922, no se empezó a construir sino hasta 1934, un hospital general para niños, llamado primero Hospital del Niño y luego Hospital Infantil de México. 

Fue inaugurado el día 30 de abril de 1943. Se previó incluir las especialidades que pudieran tener injerencia en el manejo de las enfermedades de los niños, pero siempre sobre la base de una pediatría que pudiera llamarse general. Desde 1943 fue incluido en el Hospital un grupo de internos que serían preparados para ser pediatras. El curso, que duraba 18 meses, pronto fue alargado a dos años y, desde 1951, fue incorporado como curso de graduados a la UNAM.

El modelo del Hospital Infantil fue seguido para la creación de varios hospitales en otras ciudades del país, como Torreón, Jalapa, Ciudad Victoria, y otras más. La escasez de camas y los daños causados por el temblor de 1957 en el edificio de aquél, propiciaron el proyecto, en 1958, de hospitales infantiles periféricos. La inauguración, en 1963, del Hospital de Pediatría del Centro Médico Nacional del IMSS, cuyo primer director fue también Federico Gómez y, en 1970, del Hospital del Instituto Mexicano de Ayuda a la Niñez, que se convertiría posteriormente en Instituto Nacional de Pediatría, son muestra de la importancia y el auge de la Pediatría en México.

Departamento de Historia y Filosofía de la Medicina

La pediatría es la rama de la medicina que estudia al individuo durante su etapa de crecimiento y desarrollo, tanto en condiciones normales como en las desviaciones de la salud. Concibiendo al niño y adolescente en toda su magnitud Biopsicosocial y por lo mismo como integrante y dependiente de su comunidad y del grupo social al que pertenece.

El objetivo general de la acción del Pediatra es contribuir a que el niño llegue a la edad adulta en perfecto estado de desarrollo físico, mental y social. Por Esto es que los niños y adolescentes requieren de vigilancia periódica para asegurar su crecimiento y desarrollo en forma satisfactoria.

El conocimiento de las características peculiares en cada una de las edades pediátricas permite que en las desviaciones de la salud, las acciones médicas sean eficientes y oportunas y de esa manera evitar repercusiones sobre crecimiento y desarrollo.

Es de especial relevancia que en nuestro país el 35% de la población general es menor de 15 años y aproximadamente la mitad de defunciones se registran en este grupo de edad. 

La tasa de mortalidad correspondiente a nuestro estado para el año de 1999 es 159.051 de menores de 15 años.

De acuerdo al INEGI la población infantil para el 2010 a nivel nacional fue de 43,541,908, siendo en el estado de Sinaloa para el mismo año un total de 1,100,715 y para el 2015 de 1,080,588. La tasa de mortalidad infantil a nivel nacional en el año 2010 fue de 10.6 x 100 000 habitantes (INEGI) y de acuerdo al CONAPO 2015 se registraron en el estado de Sinaloa 1088 defunciones.

Las principales causas de Morbilidad en la población infantil a nivel nacional y en el estado de Sinaloa son principalmente las enfermedades respiratorias y gastrointestinales.

En la concepción de la salud de la población lo importante consiste en reconocer que la salud de ADULTOS y MENORES no puede ser tratada de la misma manera, en virtud de que desempeñan distintos roles, tienen distintos estilos de vida y responsabilidades, viven de manera diferente y están expuestas a riesgos distintos en función de sus roles y ocupaciones.

Para afrontar este problema es necesario preparar médicos con características que le permitan planear, organizar y ejecutar atención médica integral del niño y del adolescente, por lo tanto, se requiere que el médico pediatra tenga un conocimiento profundo de las peculiaridades anatómicas y funcionales normales y patológicas del individuo en crecimiento y desarrollo, con la mayor competencia profesional posible.

En función de lo descrito en los anteriores apartados y
que se sintetiza en los siguientes elementos:

  • Las demandas del entorno en cuanto a la calidad de los recursos humanos de atención a la salud de la población.
  • La insuficiencia de personal que es evidente en los espacios hospitalarios del área neonatal.
  • El incremento en la demanda de los servicios de terapia intensiva pediátrica.
  • La orientación de diversas instancias del sector educativo y del sector salud, a nivel local, nacional e internacional, para diseñar y operar los programas de formación por competencias.
  • Ante la dinámica social, características del medio ambiente, aparición de  nuevas y viejas enfermedades y la producción de nuevo conocimiento arroja la necesidad de formar Médicos Pediátras en competencias para: desempeñarse con ética y calidad en Pediatría ambulatoria y hospitalaria así como realizar acciones de capacitación, investigación, e interactuar, comunicarse  y participar armónicamente con los integrantes del equipo de salud y usuarios de sus servicios.
  • La capacidad normativa y científica de la Universidad Autónoma de Sinaloa para ofertar programas de formación en diferentes áreas del conocimiento, así como su filosofía de coadyuvar en la solución de problemas sociales, entre ellos el de la salud humana.
  • Contar con personal médico especializados en Pediatría Médica, objetivamente  constituye una garantía para la calidad de la atención directa e indirecta a la población pediátrica.
  • Esta formación está encaminada a mejorar la práctica profesional, permitiendo resolver problemas con criterios dirigidos a mejorar la competencia profesional y  la calidad de los cuidados.

Ante este contexto el Hospital Pediátrico de Sinaloa ha sido un referente en la atención de calidad a la población pediátrica del estado de Sinaloa y como centro de referencia de los estados de Durango, Baja California Sur, Chihuahua y Sonora, ademas cuenta con la formación de Especialistas en Pediatría desde hace 33 años los primero 10 años con un programa de capacitación de 1 año y desde hace 23 años con un programa de 3 años reconocido por el consejo técnico de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Sinaloa.